jueves, 13 de diciembre de 2012

Esperando la Navidad


La navidad es en sí misma un mensaje. Es eso que quizás pasamos todo el año esperando y a veces cuando llega aún no estamos listos para recibirlo. Y no estamos listos porque mantenemos nuestros corazones cerrados al amor, a la compasión y a la misericordia para con los demás. La navidad es el mensaje de salvación, es Jesucristo que renace en nuestra vida, pero ¿cómo podemos hacer para que Cristo reviva en nosotros? Parece mentira, pero sólo el dolor, muchas veces, es lo único que nos hace reaccionar. No es hasta que una persona deja de comer, hasta que, por ejemplo, pierde su empleo que aprecia realmente lo que es tener uno. Y así podemos continuar con una larga lista, cuando nos enfermamos y padecemos es que entonces de verdad tomamos conciencia de lo que sufrió aquella persona que alguna vez estuvo sola y enferma y yo nunca ayudé o ni siquiera llamé. Es allí desde lo profundo de nuestras miserias que viene la verdadera conversión. No esperemos que pasen esta, ni otras navidades, vamos a convertir nuestra vida y nuestro Corazòn ahora, no esperemos estar en el precipicio para rectificar y mucho menos cuando sabemos que tuvimos una autopista por delante para hacerlo y; en cambio, preferimos no ver hacia adentro, sino seguir como dice el apreciado sacerdote Ignacio Larrañaga: “como un carro que anda con los frenos puestos”. Dejando un rastro de oscuridad a nuestro alrededor. El famoso escritor de origen búlgaro y premio novel de literatura (1981), Elías Canetti, una vez dijo: “escucha el latido del Corazòn de los otros, están tan lejos”. No he encontrado una frase que describa mejor la vida de cada uno de nosotros, la vida del hombre contemporáneo. Las tecnologías parecen acercarnos, pero la realidad es que nuestros corazones se alejan, la inmediatez, la carrera contra el tiempo, muchas veces nos vuelve autómatas, al punto que atropellamos a los demás y ni siquiera nos damos cuenta. Vivimos tan preocupados en nuestras vidas, quehaceres, que nos olvidamos de los demás y al final solo vivimos de forma egocéntrica. Los invito esta navidad, a quitarle el freno al carro. A caminar un poquito más despacio, a vivir un día pensando en cómo puedo hacer más feliz a otro. A veces creemos que hacen falta actos histriónicos y con una simple sonrisa, una llamada, un gracias, hacemos una gran diferencia en la vida de los demás. Jesús una vez le habló a Sor Faustina, quien lo cita en su Diario de la Divina Misericordia, de ejercitar los tres grados de la misericordia: primero hacer una obra, un acto de misericordia de cualquier tipo que sea. Lo segundo, sino se puede hacer un acto misericordioso, entonces vamos a ayudar con las palabras, cuanto puede cambiar la vida de una persona un buen consejo, una palabra de aliento; en tercer lugar, está la oración, sino puedo mostrar misericordia por medio de obras o palabras, siempre puedo mostrarla por medio de la oración. Recuerden que: “la oración llega hasta donde físicamente no puedo llegar” (Diario 163). Además, esto me recuerda a un muy querido amigo que una vez me dijo: “la oración es la fortaleza del hombre y la debilidad de Dios”. Esta navidad, no perdamos la oportunidad de rezar en familia, de ayudar a otros, todo esto en el fondo es un plan de Dios tan perfecto, que realmente al hacer eso, nos estamos ayudando es a nosotros mismos, porque cuando vemos hacia fuera, se disipan nuestras miserias y con éxito damos lo mejor de nosotros mismos, porque no existe nada como el amor de Dios, ante la adversidad y la desesperación, el amor de Dios siempre, siempre, es más fuerte. Que Dios los bendiga a todos esta navidad. Feliz Navidad y próspero 2013. Marìa Eugenia Fanti

1 comentario:

Egeria dijo...

Hermoso mensaje Maru, Feliz Navidad!!!